
Mi amiga infringió uno de estos días más de una norma de tráfico en unos segundos con su pequeña moto. Infracciones menores. Una patrulla de la policía de tráfico viguesa le dio el alto y le pidió los papeles. "¡Oh, Dios mío –pensó ella–, los dejé en casa al lavar la moto!". Y se le ocurrió darle al policía los únicos que tenía. "Señor agente –le dijo– no tengo aquí los otros pero le doy estos nuevos para que no me multe, que son los que me obsesionan y hacen que me olvide de todo". Y le entregó los del paro, frescos, recién salidos de una oficina del Inem de donde venía. El policía la miró, hubo un minuto de tenso silencio en el que quizás pensó que aquella mujer podía ser su hija y que multar a un parado reciente era abominable y, por fin, le dijo: "Bueno, no lo haga más, pero lleve mañana los papeles de la moto a nuestras oficinas si no quiere que la multemos de verdad".
El mundial de fútbol, donde, por cierto, se da por vez primera el fenómeno de la recuperación visual de la bandera española antes proscrita por una funesta asociación con el pasado franquista, supone una especie de prórroga, de posposición, de despiste temporal de una situación dramática, creciente y socialmente peligrosa que vemos cada día a nuestro alrededor, entre nuestros amigos, entrando ya en nuestras propias familias: el paro. Ya notas que, lo que se ocultaba bajo la alfombra, va saliendo hacia afuera como cuando la sacuden. En Vigo mismo, todos los viernes, a las siete y media de la tarde, hay una concentración en el Calvario, frente al mercado, que es simultánea con otras en el resto de España sea Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Granada… Llevan ya 3 o 4 viernes. Son concentraciones unitarias, ciudadanas y silenciosas; sin la firma de ningún partido ni sindicato y con un único lema que cuelgan en forma de pancarta de su pecho: Yo … (trabajador, autónomo, parado ….) digo Sí a la Huelga General". No cree uno que la Huelga General sirva para mucho, a no ser que hiciera tambalear el modelo económico. Pero estas personas cuya única diferencia con el resto, trágica diferencia, es no disponer de un trabajo que dignifique su vida, piensan que es fundamental que sea la gente la que tome la iniciativa. Que el plan de ajuste diseñado por los grandes capitales mundiales tiene como prioridades abrir las puertas a la privatización, reformar las pensiones, aumentar los años para calcular su cuantía, recortar los subsidios de desempleo, iniciar los recortes de la sanidad con el copago...
Cuando uno tiene cada semana un espacio en blanco que llenar con su pluma, piensa si es ético hacerlo con temas lúdicos, de evasión, cuando hay tanto drama que denunciar en el entorno. Al final, uno decide escribir algo leve, relajante, que provoque una sonrisa porque de asustar ya se encargan por sí mismos los titulares de los periódicos. Pero uno se ha encontrado hace días a este grupo de parados y, observando su pesado silencio, ha visto en sus ojos a su vecino, a su padre, a su hermano, a su hijo, a sí mismo: cada uno de ellos o de nosotros podría estar ahí mañana, en el otro lado, en esa sima del paro sin aparente salida que destroza familias, ilusiones, esperanzas de vivir simplemente una vida digna. Y no referirse a ello siquiera una vez en esas líneas que a uno le confían, se siente como una traición al ser humano.
¿Habrá algo más en este país que parados? El modelo social y laboral europeo del Estado del Bienestar se enfrentaba hasta hace poco al americano y exhibía ante él su mayor dignidad y respeto por los derechos de los ciudadanos. Con la crisis, se ha agravado la implantación progresiva del sistema americano en Europa y España. Una economía que se jactaba de ser una gigantesca maquinaria de creación de empleo aunque, a cambio, con una disminución de precio de la fuerza de trabajo. Ya no hay aquel ejército de reserva que predicó Marx y por ello los salarios han bajado y los empleos que se crean son de mucha menor calidad que los destruidos, generalizándose los trabajos basura. El empleo sólo se garantiza a cambio de salarios bajos y condiciones muy flexibles. Baja el Estado providencia, aumenta el Estado caritativo, asciende el Estado penal para reprimir a quienes disienten, esos cada vez más bajo la alfombra, en los aparcaderos de la sociedad. Eso es también el modelo americano. El que viene. Y cada vez son más quienes responden.
FARO DE VIGO