domingo, 10 de enero de 2010

Cómo se conforma una familia democrática


Demasiada permisividad es una forma segura de criar niños consentidos y revoltosos.

Disciplina es el proceso de fijar límites en el comportamiento de nuestros hijos y hacer respetar aquellos límites de una forma amorosa y consistente.

Es una forma de hacerle saber a los niños que hay reglas que deben ser seguidas y modos de conducta correctos que deben ser aprendidos.

La disciplina también le enseña a nuestros hijos a aceptar la responsabilidad.


Unas cuantas reglas para seguir:

Aquí van algunos consejos prácticos de cómo demostrar amor al mismo tiempo que amonestamos a un niño:

1. Dile al niño, “Te quiero demasiado para permitirte (ustedes dirán que)… nadar en la piscina cuando no estoy ahí, pegarle a tu hermano..

2. Hablen en tono agradable y suavemente. Si le gritamos demasiado a nuestros hijos ellos aprenderán a desconectarse de nosotros. Mientras más suave hablemos, más alto escuchan ellos. Además, explícale a tu hijo que tienes su beneficio en mente.

3. Si estás enojado, relájate antes de lidiar con la situación. Aunque esto es difícil de lograr, inténtalo. Esto le comunica a tu hijo mayor preocupación, ya que evitamos someterlos a nuestro enojo. Y al esperar, estamos siendo modelos efectivos de autodisciplina.

4. No avergüences a tu hijo cuando lo amonestes.
Esto significa no reprender a un niño en público. Incluso en privado, si dices, “Eso fue tonto”, avergonzarás al niño y lo harás sentir no querido.

5. Dile a tu hijo que su conducta no es adecuada para una persona de su estatura. En otras palabras, “Tú eres un niño de 10 años inteligente y eres demasiado grande para olvidar hacer tus deberes”. Si pensamos bien de nuestros hijos, y comunicamos eso, entonces ellos harán un esfuerzo mayor para estar a la altura de esa imagen. Además ellos se sentirán valorados y queridos.

Una de las mayores barreras contra la disciplina efectiva es cuando emociones distintas de amor predominan – como la ira, la frustración, irritación o impaciencia. De todas estas emociones, la ira es la más destructiva. La ira hace a los niños temerosos.

Es cierto que los niños usualmente se comportarán bien si nos enojamos lo suficiente – pero es un método muy destructivo. Ellos pueden terminar aceptando las cosas hoy, pero las emociones negativas que esto provoca no auguran un buen futuro. Rebeldía, falta de respeto, y otras actitudes impulsivas son a menudo comunes en estos niños.

Los padres que se enojan solamente están demostrando su propia falta de disciplina. No puedes esperar tener niños que se comporten bien, si los padres mismos pierden el control.

Finalmente: si es que queremos ser efectivos, la disciplina necesita llevarse a cabo en una atmósfera de calma y amor.

Como padres, debemos enfrentar nuestro trabajo con confianza. Nuestros hijos necesitan sentir que sabemos lo que estamos haciendo
Por: Jana Heller